TEMA
5.- EL SEXENIO
DEMOCRÁTICO (1868-1874). ECONOMÍA Y SOCIEDAD ESPAÑOLAS EN EL SIGLO XIX
1. La evolución
política del Sexenio Democrático.
2. La economía
española en el siglo XIX: agricultura, industria y transportes.
3. La sociedad
española en el siglo XIX: del estamentalismo a la sociedad de clases.
La primera experiencia democrática de la
historia de nuestro país será tan anhelada como traumática, tan colmada de
expectativas como caótica, y
supondrá cambios decisivos para la historia de España, como el inicio del fin
de los militares en el poder. Se
ensayarán diversos tipos de estado, todos
fracasados, desde la monarquía democrática a la república, sin embargo,
este corto y denso periodo se inicia y finaliza con un Borbón en el trono.
5.1 EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL SEXENIO
DEMOCRÁTICO
5.1.1
LA “REVOLUCIÓN GLORIOSA”: LA CAÍDA DE ISABEL II (1868)
La “Revolución Gloriosa” recibe este
nombre, acuñado en esta época, porque se considera un acontecimiento
trascendental: es la primera vez que el pueblo español derriba una monarquía
(aunque ya hemos visto cambios de gobierno, o el motín de Aranjuez, que derriba
a un rey), la de los Borbones. Sin embargo, dista de ser espontánea, está más que preparada de antemano. Para
entenderla, hay que analizar las causas
de la caída de Isabel II:
a) La crisis económica: tras el
periodo de crecimiento y expansión durante el “gobierno largo” de O’Donnell,
tiene lugar en Europa una crisis generalizada, cuyos efectos se ven claramente
en España en 1866. Esta crisis es
-
financiera, debida a la
especulación bursátil (en la bolsa).
-
industrial: paralización de
las siderurgias, dependientes de las inversiones y demanda británicas, y de la
industria textil, dependiente del algodón norteamericano, cuya importación
impide la guerra civil de aquel país). Ello aumenta el nivel de parados.
- agraria: las malas
cosechas encarecen los productos de primera necesidad, crispando aún más a la
población más desprotegida.
b) La oposición política: ya vimos
cómo en 1865 y 1866 hay levantamientos contra el gobierno, pero su
descoordinación será la que haga tomar conciencia en la oposición al régimen
isabelino de colaborar para derribar a
la monarquía. Ese es el fin del Pacto
de Ostende (1866): a todos los grupos políticos desplazados del gobierno
por Isabel II, republicanos, demócratas
y progresistas se unen gran parte de los unionistas (la Unión Liberal estaba dirigida desde 1867 por el
general Serrano, tras la muerte de O’Donnell).
El inicio de la
revolución corresponderá a un militar, es decir, surge desde arriba, a lo que
seguirá el apoyo del pueblo, previamente organizado.
El 19 de septiembre del 1868 se subleva el
almirante Topete en Cádiz, y publica su proclama “Viva España con honra”, en la que niega
obediencia al gobierno. Irá levantando a las guarniciones militares andaluzas,
a las que se unen los generales Prim y Serrano.
Paralelamente, se van formando desde esa fecha Juntas Revolucionarias por todo el país en apoyo de los rebeldes. Éstas van elaborando sus propios manifiestos con sus propias peticiones (sufragio universal, supresión de las quintas,…) y serán las que realmente tengan el poder. Muchas de ellas estaban más que organizadas previamente.
Paralelamente, se van formando desde esa fecha Juntas Revolucionarias por todo el país en apoyo de los rebeldes. Éstas van elaborando sus propios manifiestos con sus propias peticiones (sufragio universal, supresión de las quintas,…) y serán las que realmente tengan el poder. Muchas de ellas estaban más que organizadas previamente.
Las fuerzas
gubernamentales fueron derrotadas en Alcolea
(Córdoba), con lo que el camino a Madrid quedaba libre. La reina y la corte, que estaban en San Sebastián, al recibir la noticia
de la derrota, huyen apresuradamente
hacia Francia. Gracias a la unión de los grupos políticos y la participación
del ejército y del pueblo, la revolución
ha triunfado. Ahora llega el momento de la lucha feroz por ver qué versión
de España se va a establecer.
Tras la victoria,
se van formando milicias en apoyo de los rebeldes, los llamados “Voluntarios de la Libertad”, que se
consideran sucesores de la extinta Milicia Nacional, y por tanto, defensores
del nuevo régimen.
Paralelamente, uno
de los conflictos decisivos durante el Sexenio Democrático será el inicio del proceso de independencia cubana,
tras el “Grito de Yara” (octubre).
Se le llama la “Guerra Larga”, que
durará 10 años, y, bajo el mando de Céspedes, se organiza un movimiento de
liberación aprovechando la debilidad de dicho gobierno provisional. El triunfo
de los demócratas auspiciaba la posible abolición
de la esclavitud en la colonia, lo cual perjudicaba a los terratenientes,
que son los que apoyan la revuelta.
5.1.2
EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA DE 1869
Tras la caída de la
monarquía, se constituye un Gobierno
Provisional, entre tanto se celebran elecciones
para Cortes Constituyentes, las primeras de nuestra historia por sufragio universal masculino. El cargo de presidente se concede a Serrano, dirigente de la Unión Liberal, y la jefatura del gobierno
corresponderá a Prim, líder de los
progresistas.
La composición de
las Cortes Constituyentes explica la vertiente social de la Constitución,
desplazados los moderados.
DIPUTADOS
|
% TOTAL
|
|
Carlistas
|
20
|
5%
|
Demócratas
|
20
|
5%
|
No
identificados
|
20
|
5%
|
Unión
Liberal
|
80
|
21%
|
Progresistas
|
156
|
41%
|
Republicanos
|
85
|
22%
|
Después de meses de
deliberaciones, se promulgará una nueva Constitución. La Constitución de 1869 es la primera
constitución democrática de nuestra historia.
1) Establecía, en
primer lugar, que la forma de gobierno sería una Monarquía democrática (art.33), algo revolucionario, que no existía
en ningún lugar aún, y supondrá una frustración de los intereses del partido republicano, que pasará a la oposición. Esto es importante en
cuanto los republicanos eran mayoría en las ciudades.
2) Sin embargo, se
consagra el sufragio universal masculino,
el principal anhelo de republicanos y demócratas, pero que supondrá el rechazo de los moderados, que
desconfían de que personas sin cierto nivel económico deban ejercer este
derecho, puesto que este partido representa a la alta sociedad española
(aristocracia terrateniente y alta burguesía).
3) También esta
constitución establece la libertad de
culto, lo que supone cierta
oposición por parte del clero, pese a que el Estado se obliga a mantener a
la Iglesia con un % anual de los presupuestos (art.21).
4) Esta constitución
intenta de una vez por todas establecer una real división de poderes, como la de 1812, bajo el principio de “el rey reina, pero no gobierna”, dándole
más fuerza a las Cortes, y más representatividad, a la vez que disminuía las
atribuciones de la Corona. Para ello, se declara la soberanía Nacional (art. 32), y se le otorga a las Cortes el poder legislativo (art.34).
5) Se proclaman una
serie de libertades y derechos
individuales como el de expresión, imprenta, asociación, reunión y petición
(art.17). También garantías durante los procesos judiciales (art.3).
Un
elemento desestabilizador de todos los
gobiernos durante este periodo será la enorme agitación social (manifestaciones, huelgas,…) debida a la crisis
económica del momento y la organización
del movimiento obrero. En 1871 tuvo lugar la formación de la sección española de la I Internacional
o Federación Regional Española de la
Asociación Internacional de Trabajadores de manos de Giuseppe Fanelli y Anselmo Lorenzo. La I
Internacional había sido fundada en 1864 con gran influencia de Marx y Engels
(“El Capital”, 1866), padres del socialismo científico. Los anarquistas de
Bakunin se unieron a ella en 1869.
Durante
el gobierno provisional como ahora con la regencia se llevaron a cabo importantes medidas económicas de
carácter librecambista como la adopción de la peseta como moneda nacional, la
Ley de Bases de Minas de 1868 y una política arancelaria librecambista (contra
el tradicional proteccionismo anterior) liderada por Laureano Figuerola.
La primera peseta de nuestra historia |
Mientras tanto, la
principal ocupación de Prim será la búsqueda
de un nuevo monarca acorde con las ideas que defendía la nueva
Constitución, y que contara con el beneplácito del resto de países europeos.
Esto suscitará situaciones de lo más variopinto, como la candidatura del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, que será desestimada, o la proposición hecha a Espartero, que se negó a aceptar la Corona. El candidato carlista, Carlos VII, también luchará por acceder el trono, iniciando una búsqueda de apoyos en el norte de España, y poco después se iniciará la Tercera Guerra Carlista, otro de los graves conflictos en que se verá envuelto el Sexenio. Dentro del ámbito europeo, se manejaron candidatos como el duque de Montpensier (cuñado de Isabel II e hijo del antiguo rey de Francia Luis Felipe de Orleáns), el portugués Fernando de Coburgo, Leopoldo de Hohenzollern (popularizado como Olé-olé) o el hijo del rey de Italia, Amadeo de Saboya, que será finalmente el elegido.
Caricatura de la revista de humor "La Flaca" sobre la búsqueda de monarca por el Gobierno Provisional |
Esto suscitará situaciones de lo más variopinto, como la candidatura del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, que será desestimada, o la proposición hecha a Espartero, que se negó a aceptar la Corona. El candidato carlista, Carlos VII, también luchará por acceder el trono, iniciando una búsqueda de apoyos en el norte de España, y poco después se iniciará la Tercera Guerra Carlista, otro de los graves conflictos en que se verá envuelto el Sexenio. Dentro del ámbito europeo, se manejaron candidatos como el duque de Montpensier (cuñado de Isabel II e hijo del antiguo rey de Francia Luis Felipe de Orleáns), el portugués Fernando de Coburgo, Leopoldo de Hohenzollern (popularizado como Olé-olé) o el hijo del rey de Italia, Amadeo de Saboya, que será finalmente el elegido.
Embarque de Amadeo I en dirección a España, tras conocer su elección por las Cortes |
Es importante
recordar el contexto europeo de la
época. Prusia ha iniciado el proceso de unificación
de Alemania bajo un nuevo estado, derrotando a Austria y a la Francia de
Napoleón III en la guerra franco-prusiana, donde Bismarck usa como pretexto la
candidatura alemana al trono español. También finaliza en 1870 la unificación de
Italia bajo la monarquía de Saboya-Piamonte, en un ambiente de creciente
nacionalismo. En Francia, tras su
derrota, se funda la III República francesa.
5.1.3 LA MONARQUÍA DE AMADEO I DE SABOYA
Amadeo I de Saboya, rey constitucional de España |
Amadeo I ante el cadáver de Prim |
Recreación en un grabado coloreado del asesinato
de Prim, cuya autoría sigue sin conocerse, en la calle del Turco de Madrid |
Aparte, la oposición al nuevo rey aumenta:
1) la Tercera Guerra Carlista estallará abiertamente en 1872, finalizando en la
época de Alfonso XII, en 1876. El candidato Carlos VII tuvo más carisma y fuerza que su antecesor, y llegó a
invadir territorios de Castilla-La Mancha, desde sus ya típicos apoyos
(Cataluña, P. Vasco, Navarra y el Maestrazgo). Llegó a establecer un gobierno
con capital en Estella (Navarra), su propia administración, moneda, etc.
Carlos VII en una fotografía coloreada de la época |
Grabado sobre el saqueo de Cuenca |
2) Su derrota
supondrá, por fin, la abolición de los fueros vasconavarros.
3) la guerra de Cuba continúa.
4) la aristocracia se va situando en el bando
Alfonsino.
5) el que un rey
extranjero que no conociera nuestra lengua ni nuestras costumbres le hacía impopular.
De hecho,
presentará su renuncia a la Corona
el 11 de febrero de 1873. En una Asamblea
extraordinaria de Congreso y Senado juntos se
proclamaba la I República Española, por descarte, debido al fracaso de los anteriores experimentos
políticos, por 258 votos a favor.
5.1.4 LA I REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873-4)
5.4.1.1 El gobierno de Figueras
Desde antes de la proclamación de la
República, surgen dos maneras de
concebirla: federal o unitaria. Será ésta la opción
elegida, de ahí que el gobierno del primer presidente, Estanislao Figueras, se llame la fase de la República unitaria, pues, aunque quería
crear una estructura federal, mantiene la constitución de 1869. Durante su
mandato (4 meses), llevó a cabo reformas
muy ansiadas por el pueblo:
·
Supresión de
quintas:
el reclutamiento obligatorio establecido en el XVIII eliminó los ejércitos
mercenarios típicos del Antiguo Régimen, apareciendo los ejércitos nacionales.
Las quintas consistían en que uno de cada 5 varones de la misma edad elegido
por sorteo, debía acudir al servicio
militar. Esto repercutía muy negativamente en las clases más
desfavorecidas, ya que privaba a los varones jóvenes de ayudar con su trabajo a
sus familias, incluso estaban obligados aunque fuesen los únicos que las
mantenían. Sólo se podía eximir de este servicio pagando una contribución al
Estado, lo cual beneficiaba económicamente a éste, y también a las clases
pudientes, que se querían librar del mismo. A partir de ahora, el ejército estaría compuesto por voluntarios.
·
Supresión de los
consumos:
éstos eran impuestos sobre los
productos de primera necesidad, y que por tanto, gravaban en especial a las
economías más débiles. Su eliminación había sido una petición popular desde
mucho tiempo atrás.
Otras medidas de
carácter social fueron la abolición de la esclavitud en Puerto Rico (30.000
esclavos), la suspensión de las subvenciones estatales a la Iglesia o la
prohibición del trabajo a menores de 10 años (en fábricas y minas).
Las grandes esperanzas suscitadas por estas
medidas entre las clases populares, hicieron que en algunos lugares la
república fuera entendida como reparto de tierras, así que hubo una creciente agitación obrera y campesina,
con ocupaciones de tierras e industrias, huelgas, etc.
5.1.4.2. La República federal de Pi
y Margall
Francisco Pi y Margall |
Tras la dimisión de
Figueras el 11 de junio, ocupó la
presidencia Francisco Pi y Margall,
que decidió cambiar la estructura del Estado y proclamar la república federal. Éste fue el periodo
más agitado de la I República, ya que se recrudeció la agitación obrera, promovida por el ya organizado movimiento obrero.
Los grupos sociales
más desfavorecidos entendían el Estado descentralizado como una reforma social
hecha desde abajo, aunque teóricamente el presidente sólo había apuntado
fórmulas de autogobierno. Los diputados republicanos que apoyaban esta vía se
llamaron “intransigentes”. Se realizó
un proyecto de Constitución federal, que preveía la formación de una federación
con 17 estados, entre ellos, Cuba.
Éste fue el
arranque del mayor problema de la I República, la aparición del movimiento cantonalista. El cantonalismo recibe su nombre de cantón o estado dentro de una
federación (así se llaman en Suiza), y es un fenómeno que en España contiene,
aparte de carga política, un contenido
social (igualitarismo revolucionario, anticapitalismo, reformas sociales de
gran calado,…).
En varios lugares
del país, principalmente Levante y Andalucía, surgen gobiernos independientes del gobierno central, y el Estado tendrá
que reprimir esta rebelión generalizada manu
militari. Son gobiernos revolucionarios que niegan obediencia a Madrid y
realizan reformas drásticas.
El más importante
fue el primero en proclamarse, el de Cartagena
(duró 6 meses), debido a que existe un proletariado
bien organizado procedente de la industria naval y la minería, además de la
presencia de parte de la Armada de
guerra, que tenía allí una de sus principales bases. Logró socializar los
medios de producción, emitir moneda propia, e incluso intentar promover el
cantonalismo en lugares cercanos para consolidar su posición. El gobierno trató
de anular a la flota rebelde declarándola “pirata”, es decir, sin bandera, para
que ningún país le diera asilo; además autorizaba así a otras naciones a combatirla.
Desde luego que
este movimiento está en contacto con el referente de la Comuna de París (1871), gobierno
revolucionario surgido en la capital gala tras la derrota de Francia frente
a Prusia en 1870. Se formó un gobierno
obrero, dirigido por anarquistas y marxistas, que alarmó enormemente a los
defensores del capitalismo, los burgueses. Fue reprimido con extrema dureza.
5.1.4.3. El giro a la derecha: el
gobierno de Nicolás Salmerón
Nicolás Salmerón |
Tras el caos en que estaba sumido el estado, desarmado tras la disolución de las quintas, y con escasos fondos, entre otras cosas, por las 2 guerras y la supresión de los consumos, el gobierno tiene que evolucionar hacia una posición más moderada, y tomar el control del país. El nuevo presidente desde el 18 de julio, Nicolás Salmerón, catedrático que había sido expulsado de la Universidad por sus discursos anticlericales a finales del reinado de Isabel II, tendrá que emplearse a fondo con el apoyo de los militares para restablecer el orden, y sólo se logrará tras una serie de medidas. Así tendrá que decretar el estado de guerra, con lo que suspendía garantías constitucionales como la libertad de imprenta, o en los procesos judiciales, logrando así detener publicaciones a favor del cantonalismo o la ocupación de tierras. También se decreta una leva (reclutamiento obligatorio) de varios miles de soldados para hacer frente tanto a la revolución cantonal (a manos de los generales Pavía y Martínez Campos), como a carlistas e independentistas cubanos. Todo el verano del 73 por tanto, es un periodo de dura represión contra los cantones independientes y la agitación obrera, principalmente.
Sin embargo, dejará
el poder en septiembre por problemas
de conciencia, ya que se negó a firmar una serie de sentencias de muerte, dando
lugar a una nueva presidencia.
5.1.4.4. La presidencia de Emilio
Castelar
Desde el 7 de
septiembre, Castelar proseguirá la política de Salmerón de represión del movimiento
obrero, que amenaza el régimen burgués, y de los cantones que siguen en pie de guerra, sobre todo el de Cartagena,
que seguía resistiendo. Estuvo en contacto permanente con generales como Pavía
y Martínez Campos, llegando a establecer un acuerdo. Los militares le
prometieron que si el congreso no le daba su apoyo, intervendrían para
restablecer el orden. De hecho, a principios
de 1874 (3 de enero) tuvo lugar el Golpe
de Estado del general Pavía, capitán general de Madrid, que disolvió las Cortes entrando con tropas
de la Guardia Civil. El deseo de orden primaba sobre la concesión de
libertades.
5.1.4.5. La república “dictatorial”
de Serrano
El general Serrano, antiguo regente y último presidente de la I República |
El presidente del antiguo gobierno provisional volvió al poder, y su función primordial fue restablecer el país de los desórdenes, consolidando el poder del Estado. Al poco tiempo, caería Cartagena, y así el general Serrano pudo emplearse a fondo contra los carlistas, logrando en Mayo levantar el asedio de Bilbao, uno de los centros económicos del país. Sin embargo, la guerra carlista finalizaría en el 1876 y la de Cuba en 1878.
Durante su mandato
las altas clases sociales fueron acercando posturas. La aristocracia, la alta
burguesía y el clero estaban de acuerdo en restablecer el orden por medio de un régimen más moderado,
recortando libertades, especialmente la de prensa y el sufragio universal, lo
cual hacía ganar posiciones al denominado “partido
alfonsino”, cuya principal figura fue Cánovas
del Castillo. El caos provocado por el federalismo y el miedo al incipiente y revolucionario movimiento obrero ayudó
a cerrar filas con los progresistas y unionistas, con lo que la vuelta de los
Borbones era ya un asunto del que se hablaba abiertamente.
Cánovas había
preparado un manifiesto, el llamado Manifiesto
de Sandhurst, publicado en diciembre, en el que el príncipe Alfonso hacía
un llamamiento a la nación y defendiendo el restablecimiento del orden, sin
embargo, su vuelta no sucedió como había planeado, mediante un consenso
nacional. A los deseos de Cánovas de que no interviniesen los militares, se
adelantó el 30 de diciembre el general
Martínez Campos con su pronunciamiento
en Sagunto reconociendo a Alfonso
XII como rey de España. A este movimiento se unió gran parte del ejército.
La República quedaba así liquidada y la
monarquía restablecida.
5.2 LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX: AGRICULTURA, INDUSTRIA Y
TRANSPORTES
El siglo XIX supone el fin de las formas del Antiguo Régimen:
en política,
el absolutismo va dejando paso al liberalismo, en economía, el modo de producción feudal da paso a una moderna economía capitalista y librecambista, mientras que la sociedad evoluciona de la estamental
a la sociedad de clases.
La revolución de los transportes
supondrá un cambio radical para la economía, puesto que los intercambios de
productos agrícolas e industriales se incrementarán espectacularmente, y con
ello aparecerá la competencia de los
mercados externos, a escala europea y mundial.
5.2.1
La agricultura en el siglo XIX
La agricultura
continuará siendo el sector fundamental en la economía de prácticamente todos los países mundiales, a pesar de que el s.
XIX sea el “siglo de la industrialización”. Por ello, será un objetivo
primordial en el programa reformista liberal.
Ya los ilustrados habían señalado los principales problemas de nuestra agricultura: la
escasez de agua, la mala calidad de las tierras, el relieve,… y sobre todo, la
estructura de la propiedad de la tierra (que la hacía ser poco productiva).
Respecto a la estructura
de la propiedad de la tierra,
existían dos graves problemas:
·
Grandes desequilibrios en la distribución de la propiedad, ya que existían enormes latifundios en el sur, como herencia de
los sistemas de repoblación medievales, y un reparto más equitativo en el
norte. Por lo general, la propiedad estaba en manos de unos pocos, mientras que
la mayoría de la población no poseía tierras.
·
La propiedad de la tierra estaba “vinculada” (o amortizada) en su mayor parte, es decir, no se podía comprar
ni vender, con lo cual los propietarios seguían siendo los mismos:
principalmente la Iglesia y la nobleza.
Así, los liberales buscarán romper
esos vínculos que impiden la compra-venta de propiedades.
Primero, durante la regencia de María Cristina, se suprimen los mayorazgos (algo ya legislado
anteriormente), así las tierras de la
nobleza pueden comprarse y venderse libremente.
Las primeras
desamortizaciones serán la de Godoy,
que afecta a algunas órdenes, y la de las Cortes
de Cádiz con los bienes de conventos destruidos y de los afrancesados.
Sin embargo, las desamortizaciones por excelencia serán las de
Mendizábal y Madoz.
La desamortización de
Mendizábal tuvo lugar durante la regencia de María Cristina, entre 1835 y
1837, y tenía como objetivo desvincular las tierras de “manos muertas”, los bienes eclesiásticos. Primero se nacionalizaron
los bienes del clero regular y se
subastaron, mientras que los del clero
secular tuvieron que esperar a la regencia de Espartero. Sus objetivos eran reducir la deuda, reunir
fondos contra el carlismo, quitar poder a la Iglesia, crear una clase de
propietarios que apoyasen el nuevo régimen liberal,…
La desamortización de Madoz
tuvo lugar en 1855 durante el Bienio
Progresista, y tuvo como objetivo
reducir el déficit y conseguir fondos para impulsar la construcción de
ferrocarriles. Para ello subastó entre otros los bienes de los Ayuntamientos,
como las tierras comunales y los bienes de propios.
Las consecuencias de
ambos procesos desamortizadores y de la supresión de los mayorazgos son que lejos de ser una reforma agraria, se convirtieron más
bien en una vía de trasferencia de propiedad desde la Iglesia o los Municipios
al Estado Liberal y a las elites
económicas, las principales beneficiarias, como un flujo de recursos, que
sirvió además para sustentar el nuevo entramado político. No se hacen para
crear una clase campesina propietaria que redujese las desigualdades, sino que
la mayoría de los trabajadores agrícolas pasan a ser jornaleros, que debido a su precaria situación estarán en el origen
de la conflictividad social rural en el siglo XIX.
Tras la destrucción del sistema de explotación del Antiguo
Régimen, en la segunda mitad del s. XIX
observamos:
1.
Un aumento
de la producción, gracias a la puesta
en explotación de nuevas tierras y al trasvase de propiedades de “manos
muertas” a propietarios que buscan sacar grandes beneficios.
2.
Un descenso
de la productividad, debido a que las nuevas tierras roturadas son de peor
calidad.
3.
No hay una mejora de las técnicas agrícolas, persisten técnicas atrasadas como la rotación de cultivos y el
barbecho, que hacen que el crecimiento sea limitado y menor que en otros
países.
4.
Una especialización
regional, como
las zonas vinícolas de La Mancha, La
Rioja, Jerez, etc. o los cítricos y
los cultivos hortofrutícolas en Valencia, con vocación exportadora.
Los
cultivos más extendidos son los de secano:
a)
Los cereales
ocuparán las tierras menos fértiles, puesto que el abastecimiento está
asegurado gracias a la mejora de los transportes y la articulación de un
mercado nacional. La competencia de cereales extranjeros arruinará a muchos
productores, con lo que se buscan nuevos cultivos. Así, como novedad, se
extenderá el maíz en la zona
atlántica.
b)
El viñedo
tendrá un gran auge gracias a la epidemia de la filoxera en Francia.
c)
El olivo
se extenderá rápidamente a
costa de antiguos terrenos dedicados a pasto, ya que se adapta bien a los
relieves abruptos.
d)
La
naranja valenciana será el producto
más exportado.
5.2.2
La industrialización en el XIX
Cuando se trata el tema de la
industrialización española en el XIX siempre se alude a términos de “fracasada”, “incompleta” o “fallida”.
Si bien nuestra industrialización creció en términos absolutos, hay que ver su leve impulso si se compara con la de otros países europeos, como Francia,
Alemania o Reino Unido. ¿Qué causas
motivan este fracaso? Se suele hablar de la dispersión de nuestras fuentes de energía y recursos mineros, la falta de capitales (desviados por la
burguesía a la compra de tierras), la escasa
demanda, la política proteccionista
(frente a la competencia exterior), la pérdida
de las colonias (hacia donde se había volcado la industria y el comercio),
el atraso de la agricultura,…
Los sectores más
importantes del XIX son la industria textil y la siderurgia:
5.2.2.1 La
industria textil
El sector textil es uno de los básicos en la industrialización del s.
XIX. En Cataluña existía ya a
finales del XVIII un sector dinámico asociado a la exportación a las colonias,
sin embargo, sufrirá los devastadores
efectos de la guerra de la
Independencia y de las guerras
carlistas (especialmente destructivas contra todo lo “nuevo”), que tenían
allí gran parte de sus apoyos. Aún así, logrará levantar cabeza gracias al
dinamismo de la burguesía catalana, y al ser el primer sector en modernizarse.
Tras la muerte de Fernando VII se
generaliza la mecanización, primero
de los telares, y más tarde del hilado, como el empleo del vapor como fuente de
energía. Así la pionera fue la famosa fábrica
Bonaplata.
El primer incidente ludita (destrucción de
máquinas porque quitan empleo) en España sucedió en Alcoy, en 1821.
Otro golpe duro en la década de los 60 fue la guerra civil norteamericana o “Guerra de Secesión”, que interrumpe
el suministro de algodón barato al
sector textil, provocando el cierre de algunas fábricas y el aumento del
desempleo.
A finales
de siglo, el golpe final será la pérdida
de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, un mercado fundamental para este sector
textil catalán.
5.2.2.2 La
siderurgia
La elaboración de hierro y acero es otro de
los puntales de la Primera
Revolución Industrial. El principal
factor adverso que encuentra este sector será la mala calidad del carbón, con escasa
capacidad calorífica, haciendo que se necesite una mayor cantidad del mismo
para general más calor.
La primera región
siderúrgica moderna nació en Málaga,
de manos de una rica familia terrateniente, los Larios. Aprovechan su puerto y también unas pequeñas minas de
carbón cercanas para crear las fábricas “La Concepción” y “La Constancia”,
pioneras en España, pero que entrarán en franca decadencia por falta de
demanda. Sin embargo, subsiste hasta los 60-70.
Hacia los años
60-70 aparecerá un nuevo foco, el de Asturias,
aprovechando la abundancia del carbón.
Pronto, será desplazado por el vasco, más dinámico.
La siderurgia más
moderna e importante será la vasca.
Como el mayor cliente del sector
será Reino Unido (a pesar de ser el
principal productor de hierro y acero, su demanda es tal que tiene que
importar), el foco siderúrgico asturiano irá basculando hacia el este, hacia
los puertos vascos, debido a esa vocación exportadora. Era más barato traer el
carbón hacia las minas vascas y embarcar el producto final en los puertos
cercanos. Así, los factores que
impulsan este sector son:
·
Las
exportaciones hacia Gran Bretaña,
que a la vuelta traen coque galés (carbón) barato a la vuelta.
·
La
invención del convertidor Bessemer,
que es un sistema para fabricar un acero más resistente y de mejor calidad, que
prefería hierro con pequeñas cantidades de azufre, tal y como era el mineral de
hierro vasco. Así el hierro es desplazado por el acero.
·
El
impulso por la demanda del ferrocarril y
la construcción naval (barcos de vapor, hechos de acero). Así nacen los Astilleros de Nervión en 1888.
·
La
concentración empresarial
consolidará el sector creando grandes grupos a partir de pequeñas industrias.
Así, surgirán los Altos Hornos de
Vizcaya, sociedad proveniente de la fusión de grandes corporaciones en 1902.
5.2.2.3 La minería
El subsuelo era
propiedad y monopolio estatal, hasta que como tal, se produjo su liberalización
o “desamortización” con la Ley de Minas
del 1868, cuando pasan a manos
privadas.
1. El carbón: sus principales focos estarán en Sierra Morena y la cordillera cantábrica (León, Palencia y sobre
todo, Asturias). Nunca será un sector muy dinámico debido a la mala calidad del
mineral, en su mayoría hulla. Alimentará la siderurgia pese a la competencia
exterior.
2. La metalurgia:
Siempre España fue
un país rico en metales, atrayendo a
civilizaciones lejanas desde tiempos de griegos y romanos. Sin embargo, en esta
época, a pesar de ello, no se crea un sector minero fuerte, ya que serán los capitales extranjeros quienes dominen
el mismo, sobre todo inversores británicos.
Destaca la explotación del cobre en Riotinto (su gran impulso vendrá de la
generalización del empleo de la electricidad), el plomo de Linares, el mercurio de Almadén, las minas de La Unión y Cartagena en Murcia o las de Alquife en Almería. Todas ellas están
orientadas a producir para exportar
y no crean industrias locales asociadas.
5.2.3.
El ferrocarril
El ferrocarril supone una revolución en su
tiempo. Romperá barreras consideradas infranqueables durante siglos, y será el
símbolo de su época. Emplea la máquina de vapor como fuente de energía, y su
éxito será paralelo al éxito de la siderurgia. Pero como otros puntales de la
primera Revolución Industrial que hemos visto, en España tendrá un relativo
despegue, pobre en comparación con las regiones más avanzadas de Europa.
Las primeras
líneas en construirse fueron Barcelona-Mataró
y Madrid-Aranjuez.
Al principio, la construcción será monopolio estatal, desde 1844, con los
moderados. Ya de esta época data una de
las peores decisiones
gubernamentales de la época contemporánea, con efectos nocivos para nuestra economía hasta el día de hoy, como es
la construcción con un ancho de vía
distinto al europeo. Se preferirá un ancho mayor, para instalar calderas de
mayor capacidad, pensando en los mayores desniveles que tienen que salvar los
trenes en nuestro país, pero al cabo de unos años, el avance tecnológico hará
que esta decisión quede vacía al incrementarse la potencia de los motores. Como
el número de kilómetros construidos era ya relativamente importante, se decidió
mantener el mismo ancho. Esto perjudicará
las exportaciones, ya que la carga debe bajarse en la frontera francesa
para subirla a trenes homologados al ancho europeo.
El impulso definitivo al ferrocarril en
España será con los progresistas. Durante
el Bienio se crea la Ley General de
Ferrocarriles (1855), la primera específica para ello, que será la que dé
pié al despegue de los trenes en España. Esta ley permitía la importación libre de aranceles de material
ferroviario, y aparte, autorizaba a
varias compañías a poder construir por su cuenta. Ambas medidas harán que
los kilómetros de vías se incrementen
vertiginosamente, a la vez que provoquen otras consecuencias. Así, la libre
importación perjudica a la siderurgia nacional, y las líneas que se construyan
se hacen uniendo los puntos más rentables, discriminando ciertas regiones del
país. De los 475 kilómetros construidos hasta 1855 se pasará a unos 5000 en
1866.
En 1856
la Ley de Bancos permitirá la fusión de entidades, lo cual es
fundamental para crear una estructura financiera moderna. Las compañías de
ferrocarril, como otras industrias de la época, van precisando cada vez más préstamos de gran envergadura, que
nunca pueden dar bancos pequeños. La nueva estructura bancaria permite
desarrollarse al capitalismo.
Sin embargo, también se depende del capital extranjero, en este caso, de Francia principalmente, que aportará la
tecnología y las inversiones necesarias. Con el tiempo, habrá 3 empresas
destacadas: Ferrocarriles del Norte, MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) y Ferrocarriles
Andaluces.
Las consecuencias
que tendrá el ferrocarril en España
son importantísimas:
·
Supondrá
un impulso de la demanda para la
siderurgia nacional.
·
Generará
gran cantidad de empleo directo e
indirecto.
·
Permitirá
la articulación de un mercado español.
·
Se
crea una red con estructura radial,
obedeciendo al modelo centralista típico del liberalismo del XIX.
·
En
algunos lugares el trazado será de mala calidad, puesto que se
construye para cobrar las ayudas y subvenciones de la ley de 1855 con los
medios mínimos. Incluso la construcción se paralizará en épocas convulsas, como
el Sexenio Revolucionario.
·
Los
trazados están mal planificados y en
muchos casos siguen cursos de ríos o vías naturales, y persisten aún hoy; en
muchos casos sólo se han renovado las vías.
5.3
LA SOCIEDAD ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX: DEL ESTAMENTALISMO A LA SOCIEDAD DE
CLASES
La sociedad
de clases se caracteriza porque
- la posición
social viene dada por el poder
económico.
- hay más movilidad. En algunas ocasiones, se puede descender
vertiginosamente, lo mismo que ascender, algo casi imposible en la sociedad
estamental.
Quizá un ejemplo muy clarividente sea el
mismo Espartero, hijo de un constructor
de carretas de un pequeño pueblo, que llegó a ser general, político, regente y
se le llegó a ofrecer la corona durante el Sexenio Revolucionario. Desde luego,
los tiempos habían cambiado. ¿Pero cómo se habían producido esos cambios?
El paso de la sociedad del Antiguo Régimen
a la sociedad de clases no se dará de la noche al día, en un cambio lento, progresivo, paralelo a
los cambios económicos.
De hecho, hasta la muerte de Fernando VII (1833)
subsistirá la sociedad estamental, basada en dos grupos, el privilegiado y
el no privilegiado, con una gran influencia y poder de la Iglesia, y con un
sistema político monárquico absolutista. Los cambios políticos esbozados en la
Constitución de 1812 y durante el Trienio Liberal fueron revertidos y no
llegaron nunca a ser efectivos.
El Estado Liberal
surgirá en el segundo tercio de siglo, y ya desde la regencia de María Cristina los liberales forzaron ciertos cambios políticos y económicos, que
serán los que den al traste con el Antiguo Régimen, y descompongan sus
fundamentos:
-la igualdad
jurídica, que equipara, en teoría, ante la ley, a todos los españoles,
independientemente de su nacimiento.
- la desamortización
eclesiástica socavará tanto el poder
económico de la Iglesia que decaerá
enormemente su influencia política y social.
- la igualdad
fiscal obliga a contribuir a todos los españoles con sus impuestos, cosa
que jamás habían hecho la nobleza y el clero hasta entonces.
- la supresión
de los señoríos supondrá que ya no son los terratenientes quienes
administren justicia en sus territorios ni quienes recauden impuestos. Así, la
nobleza pierde parte de su relevancia social.
- la supresión
de los mayorazgos ayudará a que determinados linajes consolidados durante
siglos puedan perder sus fortunas, al poder vender parte de sus propiedades
cuando lo deseen.
- la libertad
de industria y trabajo permitirá desplazarse a todos los trabajadores y
emplearse en la actividad que deseen, cosa que antes no era posible, bajo el
poder de los terratenientes.
- la abolición
de los gremios permitirá que cualquiera pueda trabajar en la artesanía,
fuera de las restricciones impuestas por estas antiguas corporaciones cerradas.
- la supresión
de las aduanas interiores favorece a la burguesía por cuanto estos
impuestos de paso gravaban los productos haciéndolos más caros.
Todos
estos cambios permitirán consolidarse a la burguesía, principal apoyo
del régimen liberal, mientras que el clero desaparece como grupo cohesionado y
la nobleza subsiste más o menos igual. Los desfavorecidos siguen siendo los
mismos.
Hacia los años 50-60, con la burguesía
afirmada en el poder, los cambios se aceleran, y buscarán reformas que les ayuden, como la Ley de Bancos, que permite la
fusión de entidades, o presionando a favor de una política proteccionista que
eleve los aranceles a los productos foráneos, para eliminarlos como
competencia.
Podemos decir, pues que es en el último tercio del s. XIX cuando la
sociedad ha cambiado sustancialmente y no hay vuelta posible atrás. La burguesía ha triunfado, el Antiguo
Régimen se ha descompuesto irreversiblemente, tras destruir sus formas
económicas.
Los
sistemas del liberalismo moderado
encontraron su basamento en la confluencia de las élites económicas y políticas procedentes del Antiguo Régimen y de
un conjunto de burguesías
procedentes del mundo comercial, financiero e industrial.
La aristocracia
La nobleza
va a ver disminuida su influencia social con el fin de los señoríos y los
mayorazgos, pero en muchos casos, no perderá su poderío económico, basado en la
posesión de tierras. España sigue
siendo un país agrario, y mientras siga así, esto no cambiará.
La burguesía
Hemos visto como a principios de siglo era
un grupo poco importante, pero con las revoluciones liberales intentará asaltar
el poder con ayuda de las masas populares. Tras su consolidación en el mismo,
conseguirán afianzar su hegemonía,
desplazando a las clases más desfavorecidas.
En España el ideal social sigue siendo el
de la nobleza, vivir de las rentas y
despreciar el trabajo manual, así que a diferencia de otros países europeos,
muchos burgueses “reniegan” de la mano que les ha dado de comer e invierten en tierras. Algunos sólo lo
harán por prestigio, el prestigio
tradicional de poseer tierras; otros con afán lucrativo, aprovechando la puesta
en venta en la época de las desamortizaciones, para especular con ellas.
La nobleza
empobrecida buscará emparentarse con las más destacadas familias burguesas con
grandes fortunas, ya que un título también es algo prestigioso aún en las
mentes de la época. Incluso Isabel II otorgará
títulos de nobleza a ciertos florecientes hombres de negocios como el
marqués de Comillas (conocido por su universidad) o al marqués de Salamanca
(conocido por el barrio madrileño que lleva su nombre), que tenía propiedades
en varios países.
Pero también la burguesía va a imponer su
propio modo de vida burgués, donde
destaca la moda de gastar el tiempo de ocio en teatros, casinos, balnearios,
etc. como gustos propios de la nueva clase social hegemónica. Muchos de ellos
son del XIX. También lo será la corriente
romántica, a principios de siglo, y la positivista,
a finales del mismo.
Las clases desfavorecidas
Poco o nada cambia para los menos
pudientes. Durante el Antiguo Régimen muchos campesinos eran mano de obra atada
a sus señoríos, con libertades restringidas. Pero ahora la libertad de trabajo
y la abolición de aquéllos los convertirá en simples braceros (sólo tienen su fuerza de trabajo), o jornaleros (trabajan a cambio de un jornal o sueldo), susceptibles
de ser despedidos y contratados a conveniencia. Se generaliza la figura del temporero, el trabajador que se
desplaza a un lugar cuando es la cosecha o recolección. De hecho, muchas zonas
se despoblarán ahora, por falta de trabajo en el campo.
Se emplea más el término “proletariado” más para los trabajadores de la industria, que no
tienen mejor situación. Al escasear el trabajo en el campo, por el crecimiento
de población, muchos emigran a ciudades donde se convierten en una masa
problemática, empobrecida y que vive de forma miserable. Tendrán que trabajar
todos los miembros de la familia (prole) para apenas poder subsistir.
Así, las revoluciones liberales son una esperanza frustrada para los más
pobres, que pasarán a romper esa alianza
con la burguesía (para destruir el feudalismo), ya que ésta le ha dado la
espalda, una vez en el poder. Esto ocurre a partir de las revoluciones europeas
de 1848 y en España se hará palpable con la discriminación del poder tras la
Revolución Gloriosa, de republicanos y
demócratas, los partidos que los representan. Los trabajadores no apoyarán
a Amadeo I, y constituirán durante la República una masa de agitadores, que
busca desesperadamente mejorar su penosa situación. El cantonalismo es precisamente la máxima expresión de dicha tensión,
y se crean gobiernos revolucionarios obreros justo en lugares con grandes
desigualdades como Cartagena (mineros) o Andalucía (jornaleros), por ejemplo.
De hecho, el movimiento obrero en España nace poco antes de la expulsión de
Isabel II, y tendrá su primera experiencia durante el Sexenio Revolucionario.
Tras su fracaso, se consolidarán organizaciones exclusivamente obreras como sindicatos o partidos (PSOE). Pero ello será mejor tratarlo en el siguiente tema.
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