lunes, 14 de enero de 2013

TEMA 5


TEMA 5.- EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874). ECONOMÍA Y SOCIEDAD ESPAÑOLAS EN EL SIGLO XIX
1. La evolución política del Sexenio Democrático.
2. La economía española en el siglo XIX: agricultura, industria y transportes.
3. La sociedad española en el siglo XIX: del estamentalismo a la sociedad de clases.

La primera experiencia democrática de la historia de nuestro país será tan anhelada como traumática, tan colmada de expectativas como caótica, y supondrá cambios decisivos para la historia de España, como el inicio del fin de los militares en el poder. Se ensayarán diversos tipos de estado, todos fracasados, desde la monarquía democrática a la república, sin embargo, este corto y denso periodo se inicia y finaliza con un Borbón en el trono.

5.1 EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL SEXENIO DEMOCRÁTICO

5.1.1 LA “REVOLUCIÓN GLORIOSA”: LA CAÍDA DE ISABEL II (1868)

La “Revolución Gloriosa” recibe este nombre, acuñado en esta época, porque se considera un acontecimiento trascendental: es la primera vez que el pueblo español derriba una monarquía (aunque ya hemos visto cambios de gobierno, o el motín de Aranjuez, que derriba a un rey), la de los Borbones. Sin embargo, dista de ser espontánea, está más que preparada de antemano. Para entenderla, hay que analizar las causas de la caída de Isabel II:

a)   La crisis económica: tras el periodo de crecimiento y expansión durante el “gobierno largo” de O’Donnell, tiene lugar en Europa una crisis generalizada, cuyos efectos se ven claramente en España en 1866. Esta crisis es
-          financiera, debida a la especulación bursátil (en la bolsa).
-          industrial: paralización de las siderurgias, dependientes de las inversiones y demanda británicas, y de la industria textil, dependiente del algodón norteamericano, cuya importación impide la guerra civil de aquel país). Ello aumenta el nivel de parados.
-        agraria: las malas cosechas encarecen los productos de primera necesidad, crispando aún más a la población más desprotegida.

b)   La oposición política: ya vimos cómo en 1865 y 1866 hay levantamientos contra el gobierno, pero su descoordinación será la que haga tomar conciencia en la oposición al régimen isabelino de colaborar para derribar a la monarquía. Ese es el fin del Pacto de Ostende (1866): a todos los grupos políticos desplazados del gobierno por Isabel II, republicanos, demócratas y progresistas se unen gran parte de los unionistas (la Unión Liberal estaba dirigida desde 1867 por el general Serrano, tras la muerte de O’Donnell).

El inicio de la revolución corresponderá a un militar, es decir, surge desde arriba, a lo que seguirá el apoyo del pueblo, previamente organizado.
El 19 de septiembre del 1868 se subleva el almirante Topete en Cádiz, y publica su proclama “Viva España con honra”, en la que niega obediencia al gobierno. Irá levantando a las guarniciones militares andaluzas, a las que se unen los generales Prim y Serrano.
Paralelamente, se van formando desde esa fecha Juntas Revolucionarias por todo el país en apoyo de los rebeldes. Éstas van elaborando sus propios manifiestos con sus propias peticiones (sufragio universal, supresión de las quintas,…) y serán las que realmente tengan el poder. Muchas de ellas estaban más que organizadas previamente.
Las fuerzas gubernamentales fueron derrotadas en Alcolea (Córdoba), con lo que el camino a Madrid quedaba libre. La reina y la corte, que estaban en San Sebastián, al recibir la noticia de la derrota, huyen apresuradamente hacia Francia. Gracias a la unión de los grupos políticos y la participación del ejército y del pueblo, la revolución ha triunfado. Ahora llega el momento de la lucha feroz por ver qué versión de España se va a establecer.
Tras la victoria, se van formando milicias en apoyo de los rebeldes, los llamados “Voluntarios de la Libertad”, que se consideran sucesores de la extinta Milicia Nacional, y por tanto, defensores del nuevo régimen.
Paralelamente, uno de los conflictos decisivos durante el Sexenio Democrático será el inicio del proceso de independencia cubana, tras el “Grito de Yara” (octubre). Se le llama la “Guerra Larga”, que durará 10 años, y, bajo el mando de Céspedes, se organiza un movimiento de liberación aprovechando la debilidad de dicho gobierno provisional. El triunfo de los demócratas auspiciaba la posible abolición de la esclavitud en la colonia, lo cual perjudicaba a los terratenientes, que son los que apoyan la revuelta.
La batalla del puente de Alcolea supuso el éxito de la Revolución
Gloriosa y el exilio de Isabel II

5.1.2 EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA DE 1869

Tras la caída de la monarquía, se constituye un Gobierno Provisional, entre tanto se celebran elecciones para Cortes Constituyentes, las primeras de nuestra historia por sufragio universal masculino. El cargo de presidente se concede a Serrano, dirigente de la Unión Liberal, y la jefatura del gobierno corresponderá a Prim, líder de los progresistas. 


El general Prim luchó en Marruecos, fue líder de los progresistas, intentó un golpe contra Isabel II, promovió el pacto de Ostende, fue uno de los principales líderes de  la Revolución Gloriosa y jefe de gobierno durante el Gobierno provisional, se encargó de buscar un rey por Europa que aceptara la Constitución de 1869

La composición de las Cortes Constituyentes explica la vertiente social de la Constitución, desplazados los moderados.


DIPUTADOS
% TOTAL
Carlistas
20
5%
Demócratas
20
5%
No identificados
20
5%
Unión Liberal
80
21%
Progresistas
156
41%
Republicanos
85
22%

Después de meses de deliberaciones, se promulgará una nueva Constitución. La Constitución de 1869 es la primera constitución democrática de nuestra historia.

1)    Establecía, en primer lugar, que la forma de gobierno sería una Monarquía democrática (art.33), algo revolucionario, que no existía en ningún lugar aún, y supondrá una frustración de los intereses del partido republicano, que pasará a la oposición. Esto es importante en cuanto los republicanos eran mayoría en las ciudades.
2)    Sin embargo, se consagra el sufragio universal masculino, el principal anhelo de republicanos y demócratas, pero que supondrá el rechazo de los moderados, que desconfían de que personas sin cierto nivel económico deban ejercer este derecho, puesto que este partido representa a la alta sociedad española (aristocracia terrateniente y alta burguesía).
3)    También esta constitución establece la libertad de culto, lo que supone cierta oposición por parte del clero, pese a que el Estado se obliga a mantener a la Iglesia con un % anual de los presupuestos (art.21).
4)    Esta constitución intenta de una vez por todas establecer una real división de poderes, como la de 1812, bajo el principio de “el rey reina, pero no gobierna”, dándole más fuerza a las Cortes, y más representatividad, a la vez que disminuía las atribuciones de la Corona. Para ello, se declara la soberanía Nacional (art. 32), y se le otorga a las Cortes el poder legislativo (art.34).
5)    Se proclaman una serie de libertades y derechos individuales como el de expresión, imprenta, asociación, reunión y petición (art.17). También garantías durante los procesos judiciales (art.3).  

     Un elemento desestabilizador de todos los gobiernos durante este periodo será la enorme agitación social (manifestaciones, huelgas,…) debida a la crisis económica del momento y la organización del movimiento obrero. En 1871 tuvo lugar la formación de la sección española de la I Internacional o Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores de manos de Giuseppe Fanelli y Anselmo Lorenzo. La I Internacional había sido fundada en 1864 con gran influencia de Marx y Engels (“El Capital”, 1866), padres del socialismo científico. Los anarquistas de Bakunin se unieron a ella en 1869.

Durante el gobierno provisional como ahora con la regencia se llevaron a cabo importantes medidas económicas de carácter librecambista como la adopción de la peseta como moneda nacional, la Ley de Bases de Minas de 1868 y una política arancelaria librecambista (contra el tradicional proteccionismo anterior) liderada por Laureano Figuerola.   

La primera peseta de nuestra historia

Mientras tanto, la principal ocupación de Prim será la búsqueda de un nuevo monarca acorde con las ideas que defendía la nueva Constitución, y que contara con el beneplácito del resto de países europeos. 


Caricatura de la revista de humor "La Flaca" sobre la búsqueda de monarca por el Gobierno Provisional

Esto suscitará situaciones de lo más variopinto, como la candidatura del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, que será desestimada, o la proposición hecha a Espartero, que se negó a aceptar la Corona. El candidato carlista, Carlos VII, también luchará por acceder el trono, iniciando una búsqueda de apoyos en el norte de España, y poco después se iniciará la Tercera Guerra Carlista, otro de los graves conflictos en que se verá envuelto el Sexenio. Dentro del ámbito europeo, se manejaron candidatos como  el duque de Montpensier (cuñado de Isabel II e hijo del antiguo rey de Francia Luis Felipe de Orleáns), el portugués Fernando de Coburgo, Leopoldo de Hohenzollern (popularizado como Olé-olé) o el hijo del rey de Italia, Amadeo de Saboya, que será finalmente el elegido.


Embarque de Amadeo I en dirección a España,
tras conocer su elección por las Cortes

Es importante recordar el contexto europeo de la época. Prusia ha iniciado el proceso de unificación de Alemania bajo un nuevo estado, derrotando a Austria y a la Francia de Napoleón III en la guerra franco-prusiana, donde Bismarck usa como pretexto la candidatura alemana al trono español. También finaliza en 1870 la unificación de Italia bajo la monarquía de Saboya-Piamonte, en un ambiente de creciente nacionalismo. En Francia, tras su derrota, se funda la III República francesa.

5.1.3 LA MONARQUÍA DE AMADEO I DE SABOYA

Amadeo I de Saboya, rey constitucional de España

Amadeo I ante el cadáver de Prim
El comienzo de su reinado no podría ser menos esperanzador, ya que días antes de desembarcar en España, a finales de 1870, será asesinado su valedor y jefe de gobierno, Prim, el personaje que mantenía la frágil alianza entre progresistas, demócratas y unionistas. Por tanto, la monarquía de Amadeo adolecerá de unas bases sólidas desde el principio. Habrá un paulatino fraccionamiento de los grupos de apoyo de Amadeo, los constitucionalistas (antiguos unionistas y algunos progresistas) abanderados por Sagasta, y los radicales encabezados por Ruiz Zorrilla (algunos progresistas y demócratas). Sus luchas desestabilizaron los distintos gobiernos.
Recreación en un grabado coloreado del asesinato  de Prim,
cuya autoría sigue sin conocerse,  en la calle del Turco de Madrid

Aparte, la oposición al nuevo rey aumenta:
1)   la Tercera Guerra Carlista estallará abiertamente en 1872, finalizando en la época de Alfonso XII, en 1876. El candidato Carlos VII tuvo más carisma y fuerza que su antecesor, y llegó a invadir territorios de Castilla-La Mancha, desde sus ya típicos apoyos (Cataluña, P. Vasco, Navarra y el Maestrazgo). Llegó a establecer un gobierno con capital en Estella (Navarra), su propia administración, moneda, etc.



Carlos VII en una fotografía coloreada de la época
Cuenca fue saqueada dos veces. El segundo ataque, en 1874, fue el más cruento de todos: ardió gran parte de la ciudad y la batalla de saldó con 300 muertos, 40 de ellos civiles, y 700 heridos. El castillo sufrió serios daños.
Grabado sobre el saqueo de Cuenca

2)   Su derrota supondrá, por fin, la abolición de los fueros vasconavarros.
3)   la guerra de Cuba continúa.
4)   la aristocracia se va situando en el bando Alfonsino.
5)   el que un rey extranjero que no conociera nuestra lengua ni nuestras costumbres le hacía impopular.

De hecho, presentará su renuncia a la Corona el 11 de febrero de 1873. En una Asamblea extraordinaria de Congreso y Senado juntos se proclamaba la I República Española, por descarte, debido al fracaso de los anteriores experimentos políticos, por 258 votos a favor.


5.1.4 LA I REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873-4)

Alegoría de la proclamación de la I República Española
5.4.1.1 El gobierno de Figueras





Desde antes de la proclamación de la República, surgen dos maneras de concebirla: federal o unitaria. Será ésta la opción elegida, de ahí que el gobierno del primer presidente, Estanislao Figueras, se llame la fase de la República unitaria, pues, aunque quería crear una estructura federal, mantiene la constitución de 1869. Durante su mandato (4 meses), llevó a cabo reformas muy ansiadas por el pueblo:

·         Supresión de quintas: el reclutamiento obligatorio establecido en el XVIII eliminó los ejércitos mercenarios típicos del Antiguo Régimen, apareciendo los ejércitos nacionales. Las quintas consistían en que uno de cada 5 varones de la misma edad elegido por sorteo, debía acudir al servicio militar. Esto repercutía muy negativamente en las clases más desfavorecidas, ya que privaba a los varones jóvenes de ayudar con su trabajo a sus familias, incluso estaban obligados aunque fuesen los únicos que las mantenían. Sólo se podía eximir de este servicio pagando una contribución al Estado, lo cual beneficiaba económicamente a éste, y también a las clases pudientes, que se querían librar del mismo. A partir de ahora, el ejército estaría compuesto por voluntarios.
·         Supresión de los consumos: éstos eran impuestos sobre los productos de primera necesidad, y que por tanto, gravaban en especial a las economías más débiles. Su eliminación había sido una petición popular desde mucho tiempo atrás.

Otras medidas de carácter social fueron la abolición de la esclavitud en Puerto Rico (30.000 esclavos), la suspensión de las subvenciones estatales a la Iglesia o la prohibición del trabajo a menores de 10 años (en fábricas y minas).

Las grandes esperanzas suscitadas por estas medidas entre las clases populares, hicieron que en algunos lugares la república fuera entendida como reparto de tierras, así que hubo una creciente agitación obrera y campesina, con ocupaciones de tierras e industrias, huelgas, etc.

5.1.4.2. La República federal de Pi y Margall


Francisco Pi y Margall

Tras la dimisión de Figueras el 11 de junio, ocupó la presidencia Francisco Pi y Margall, que decidió cambiar la estructura del Estado y proclamar la república federal. Éste fue el periodo más agitado de la I República, ya que se recrudeció la agitación obrera, promovida por el ya organizado movimiento obrero.
Los grupos sociales más desfavorecidos entendían el Estado descentralizado como una reforma social hecha desde abajo, aunque teóricamente el presidente sólo había apuntado fórmulas de autogobierno. Los diputados republicanos que apoyaban esta vía se llamaron “intransigentes”. Se realizó un proyecto de Constitución federal, que preveía la formación de una federación con 17 estados, entre ellos, Cuba.
Éste fue el arranque del mayor problema de la I República, la aparición del movimiento cantonalista. El cantonalismo recibe su nombre de cantón o estado dentro de una federación (así se llaman en Suiza), y es un fenómeno que en España contiene, aparte de carga política, un contenido social (igualitarismo revolucionario, anticapitalismo, reformas sociales de gran calado,…).
En varios lugares del país, principalmente Levante y Andalucía, surgen gobiernos independientes del gobierno central, y el Estado tendrá que reprimir esta rebelión generalizada manu militari. Son gobiernos revolucionarios que niegan obediencia a Madrid y realizan reformas drásticas.
El más importante fue el primero en proclamarse, el de Cartagena (duró 6 meses), debido a que existe un proletariado bien organizado procedente de la industria naval y la minería, además de la presencia de parte de la Armada de guerra, que tenía allí una de sus principales bases. Logró socializar los medios de producción, emitir moneda propia, e incluso intentar promover el cantonalismo en lugares cercanos para consolidar su posición. El gobierno trató de anular a la flota rebelde declarándola “pirata”, es decir, sin bandera, para que ningún país le diera asilo; además autorizaba así a otras naciones a combatirla.
Desde luego que este movimiento está en contacto con el referente de la Comuna de París (1871), gobierno revolucionario surgido en la capital gala tras la derrota de Francia frente a Prusia en 1870. Se formó un gobierno obrero, dirigido por anarquistas y marxistas, que alarmó enormemente a los defensores del capitalismo, los burgueses. Fue reprimido con extrema dureza.

El cantonalismo y el carlismo fueron dos de los factores desestabilizadores de la I República




5.1.4.3. El giro a la derecha: el gobierno de Nicolás Salmerón

Nicolás Salmerón

Tras el caos en que estaba sumido el estado, desarmado tras la disolución de las quintas, y con escasos fondos, entre otras cosas, por las 2 guerras y la supresión de los consumos, el gobierno tiene que evolucionar hacia una posición más moderada, y tomar el control del país. El nuevo presidente desde el 18 de julio, Nicolás Salmerón, catedrático que había sido expulsado de la Universidad por sus discursos anticlericales a finales del reinado de Isabel II, tendrá que emplearse a fondo con el apoyo de los militares para restablecer el orden, y sólo se logrará tras una serie de medidas. Así tendrá que decretar el estado de guerra, con lo que suspendía garantías constitucionales como la libertad de imprenta, o en los procesos judiciales, logrando así detener publicaciones a favor del cantonalismo o la ocupación de tierras. También se decreta una leva (reclutamiento obligatorio) de varios miles de soldados para hacer frente tanto a la revolución cantonal (a manos de los generales Pavía y Martínez Campos), como a carlistas e independentistas cubanos. Todo el verano del 73 por tanto, es un periodo de dura represión contra los cantones independientes y la agitación obrera, principalmente.
Sin embargo, dejará el poder en septiembre por problemas de conciencia, ya que se negó a firmar una serie de sentencias de muerte, dando lugar a una nueva presidencia.

5.1.4.4. La presidencia de Emilio Castelar

Emilio Castelar
Desde el 7 de septiembre, Castelar proseguirá la política de Salmerón de represión del movimiento obrero, que amenaza el régimen burgués, y de los cantones que siguen en pie de guerra, sobre todo el de Cartagena, que seguía resistiendo. Estuvo en contacto permanente con generales como Pavía y Martínez Campos, llegando a establecer un acuerdo. Los militares le prometieron que si el congreso no le daba su apoyo, intervendrían para restablecer el orden. De hecho, a principios de 1874 (3 de enero) tuvo lugar el Golpe de Estado del general Pavía, capitán general de Madrid, que disolvió las Cortes entrando con tropas de la Guardia Civil. El deseo de orden primaba sobre la concesión de libertades.

La Guardia Civil disuelve las Cortes: el golpe de Pavía supuso la vuelta de Serrano al poder

5.1.4.5. La república “dictatorial” de Serrano

El general Serrano, antiguo regente
 y último presidente de la I República

El presidente del antiguo gobierno provisional volvió al poder, y su función primordial fue restablecer el país de los desórdenes, consolidando el poder del Estado. Al poco tiempo, caería Cartagena, y así el general Serrano pudo emplearse a fondo contra los carlistas, logrando en Mayo levantar el asedio de Bilbao, uno de los centros económicos del país. Sin embargo, la guerra carlista finalizaría en el 1876 y la de Cuba en 1878.
Durante su mandato las altas clases sociales fueron acercando posturas. La aristocracia, la alta burguesía y el clero estaban de acuerdo en restablecer el orden por medio de un régimen más moderado, recortando libertades, especialmente la de prensa y el sufragio universal, lo cual hacía ganar posiciones al denominado “partido alfonsino”, cuya principal figura fue Cánovas del Castillo. El caos provocado por el federalismo y el miedo al incipiente y revolucionario movimiento obrero ayudó a cerrar filas con los progresistas y unionistas, con lo que la vuelta de los Borbones era ya un asunto del que se hablaba abiertamente.
Cánovas había preparado un manifiesto, el llamado Manifiesto de Sandhurst, publicado en diciembre, en el que el príncipe Alfonso hacía un llamamiento a la nación y defendiendo el restablecimiento del orden, sin embargo, su vuelta no sucedió como había planeado, mediante un consenso nacional. A los deseos de Cánovas de que no interviniesen los militares, se adelantó el 30 de diciembre el general Martínez Campos con su pronunciamiento en Sagunto reconociendo a Alfonso XII como rey de España. A este movimiento se unió gran parte del ejército. La República quedaba así liquidada y la monarquía restablecida.



5.2 LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX: AGRICULTURA, INDUSTRIA Y TRANSPORTES

El siglo XIX supone el fin de las formas del Antiguo Régimen: en  política, el absolutismo va dejando paso al liberalismo, en economía, el modo de producción feudal da paso a una moderna economía capitalista y librecambista, mientras que la sociedad evoluciona de la estamental a la sociedad de clases.
La revolución de los transportes supondrá un cambio radical para la economía, puesto que los intercambios de productos agrícolas e industriales se incrementarán espectacularmente, y con ello aparecerá la competencia de los mercados externos, a escala europea y mundial.

5.2.1 La agricultura en el siglo XIX
La agricultura continuará siendo el sector fundamental en la economía de prácticamente todos los países mundiales, a pesar de que el s. XIX sea el “siglo de la industrialización”. Por ello, será un objetivo primordial en el programa reformista liberal.
Ya los ilustrados habían señalado los principales problemas de nuestra agricultura: la escasez de agua, la mala calidad de las tierras, el relieve,… y sobre todo, la estructura de la propiedad de la tierra (que la hacía ser poco productiva).
Respecto a la estructura de la propiedad de la tierra, existían dos graves problemas:
·         Grandes desequilibrios en la distribución de la propiedad, ya que existían enormes latifundios en el sur, como herencia de los sistemas de repoblación medievales, y un reparto más equitativo en el norte. Por lo general, la propiedad estaba en manos de unos pocos, mientras que la mayoría de la población no poseía tierras.
·         La propiedad de la tierra estaba “vinculada” (o amortizada) en su mayor parte, es decir, no se podía comprar ni vender, con lo cual los propietarios seguían siendo los mismos: principalmente la Iglesia y la nobleza.
Así, los liberales buscarán romper esos vínculos que impiden la compra-venta de propiedades.
Primero, durante la regencia de María Cristina, se suprimen los  mayorazgos (algo ya legislado anteriormente), así las tierras de la nobleza pueden comprarse y venderse libremente.
Las primeras desamortizaciones serán la de Godoy, que afecta a algunas órdenes, y la de las Cortes de Cádiz con los bienes de conventos destruidos y de los afrancesados.
Sin embargo, las desamortizaciones por excelencia serán las de Mendizábal y Madoz.
La desamortización de Mendizábal tuvo lugar durante la regencia de María Cristina, entre 1835 y 1837, y tenía como objetivo desvincular las tierras de “manos muertas”, los bienes eclesiásticos. Primero se nacionalizaron los bienes del clero regular y se subastaron, mientras que los del clero secular tuvieron que esperar a la regencia de Espartero. Sus objetivos eran reducir la deuda, reunir fondos contra el carlismo, quitar poder a la Iglesia, crear una clase de propietarios que apoyasen el nuevo régimen liberal,…
La desamortización de Madoz tuvo lugar en 1855 durante el Bienio Progresista, y tuvo como objetivo reducir el déficit y conseguir fondos para impulsar la construcción de ferrocarriles. Para ello subastó entre otros los bienes de los Ayuntamientos, como las tierras comunales y los bienes de propios.
Las consecuencias de ambos procesos desamortizadores y de la supresión de los mayorazgos son que lejos de ser una reforma agraria, se convirtieron más bien en una vía de trasferencia de propiedad desde la Iglesia o los Municipios al Estado Liberal y a las elites económicas, las principales beneficiarias, como un flujo de recursos, que sirvió además para sustentar el nuevo entramado político. No se hacen para crear una clase campesina propietaria que redujese las desigualdades, sino que la mayoría de los trabajadores agrícolas pasan a ser jornaleros, que debido a su precaria situación estarán en el origen de la conflictividad social rural en el siglo XIX.

Tras la destrucción del sistema de explotación del Antiguo Régimen, en la segunda mitad del s. XIX observamos:
1.   Un aumento de la producción, gracias a la puesta en explotación de nuevas tierras y al trasvase de propiedades de “manos muertas” a propietarios que buscan sacar grandes beneficios.
2.   Un descenso de la productividad, debido a que las nuevas tierras roturadas son de peor calidad.
3.   No hay una mejora de las técnicas agrícolas, persisten técnicas atrasadas como la rotación de cultivos y el barbecho, que hacen que el crecimiento sea limitado y menor que en otros países.
4.   Una especialización regional, como las zonas vinícolas de La Mancha, La Rioja, Jerez, etc. o los cítricos y los cultivos hortofrutícolas en Valencia, con vocación exportadora.

Los cultivos más extendidos son los de secano:
a)   Los cereales ocuparán las tierras menos fértiles, puesto que el abastecimiento está asegurado gracias a la mejora de los transportes y la articulación de un mercado nacional. La competencia de cereales extranjeros arruinará a muchos productores, con lo que se buscan nuevos cultivos. Así, como novedad, se extenderá el maíz en la zona atlántica.
b)   El viñedo tendrá un gran auge gracias a la epidemia de la filoxera en Francia.
c)   El olivo se extenderá rápidamente a costa de antiguos terrenos dedicados a pasto, ya que se adapta bien a los relieves abruptos.
d)   La naranja valenciana será el producto más exportado.

5.2.2 La industrialización en el XIX

Cuando se trata el tema de la industrialización española en el XIX siempre se alude a términos de “fracasada”, “incompleta” o “fallida”. Si bien nuestra industrialización creció en términos absolutos, hay que ver su leve impulso si se compara con la de otros países europeos, como Francia, Alemania o Reino Unido. ¿Qué causas motivan este fracaso? Se suele hablar de la dispersión de nuestras fuentes de energía y recursos mineros, la falta de capitales (desviados por la burguesía a la compra de tierras), la escasa demanda, la política proteccionista (frente a la competencia exterior), la pérdida de las colonias (hacia donde se había volcado la industria y el comercio), el atraso de la agricultura,…
Los sectores más importantes del XIX son la industria textil y la siderurgia:

5.2.2.1 La industria textil

El sector textil es uno de los básicos en la industrialización del s. XIX. En Cataluña existía ya a finales del XVIII un sector dinámico asociado a la exportación a las colonias, sin embargo, sufrirá los devastadores efectos de la guerra de la Independencia y de las guerras carlistas (especialmente destructivas contra todo lo “nuevo”), que tenían allí gran parte de sus apoyos. Aún así, logrará levantar cabeza gracias al dinamismo de la burguesía catalana, y al ser el primer sector en modernizarse.
Tras la muerte de Fernando VII se generaliza la mecanización, primero de los telares, y más tarde del hilado, como el empleo del vapor como fuente de energía. Así la pionera fue la famosa fábrica Bonaplata.
El primer incidente ludita (destrucción de máquinas porque quitan empleo) en España sucedió en Alcoy, en 1821.
Otro golpe duro en la década de los 60 fue la guerra civil norteamericana o “Guerra de Secesión”, que interrumpe el suministro de algodón barato al sector textil, provocando el cierre de algunas fábricas y el aumento del desempleo.
A finales de siglo, el golpe final será la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, un mercado fundamental para este sector textil catalán.

5.2.2.2 La siderurgia

La elaboración de hierro y acero es otro de los puntales de la Primera Revolución Industrial. El principal factor adverso que encuentra este sector será la mala calidad del carbón, con escasa capacidad calorífica, haciendo que se necesite una mayor cantidad del mismo para general más calor.
La primera región siderúrgica moderna nació en Málaga, de manos de una rica familia terrateniente, los Larios. Aprovechan su puerto y también unas pequeñas minas de carbón cercanas para crear las fábricas “La Concepción” y “La Constancia”, pioneras en España, pero que entrarán en franca decadencia por falta de demanda. Sin embargo, subsiste hasta los 60-70.
Hacia los años 60-70 aparecerá un nuevo foco, el de Asturias, aprovechando la abundancia del carbón. Pronto, será desplazado por el vasco, más dinámico.
La siderurgia más moderna e importante será la vasca. Como el mayor cliente del sector será Reino Unido (a pesar de ser el principal productor de hierro y acero, su demanda es tal que tiene que importar), el foco siderúrgico asturiano irá basculando hacia el este, hacia los puertos vascos, debido a esa vocación exportadora. Era más barato traer el carbón hacia las minas vascas y embarcar el producto final en los puertos cercanos. Así, los factores que impulsan este sector son:
·         Las exportaciones hacia Gran Bretaña, que a la vuelta traen coque galés (carbón) barato a la vuelta.
·         La invención del convertidor Bessemer, que es un sistema para fabricar un acero más resistente y de mejor calidad, que prefería hierro con pequeñas cantidades de azufre, tal y como era el mineral de hierro vasco. Así el hierro es desplazado por el acero.
·         El impulso por la demanda del ferrocarril y la construcción naval (barcos de vapor, hechos de acero). Así nacen los Astilleros de Nervión en 1888.
·         La concentración empresarial consolidará el sector creando grandes grupos a partir de pequeñas industrias. Así, surgirán los Altos Hornos de Vizcaya, sociedad proveniente de la fusión de grandes corporaciones en 1902.

5.2.2.3 La minería

El subsuelo era propiedad y monopolio estatal, hasta que como tal, se produjo su liberalización o “desamortización” con la Ley de Minas del 1868, cuando pasan a manos privadas.
1.   El carbón: sus principales focos estarán en Sierra Morena y la cordillera cantábrica (León, Palencia y sobre todo, Asturias). Nunca será un sector muy dinámico debido a la mala calidad del mineral, en su mayoría hulla. Alimentará la siderurgia pese a la competencia exterior.
2.   La metalurgia:
Siempre España fue un país rico en metales, atrayendo a civilizaciones lejanas desde tiempos de griegos y romanos. Sin embargo, en esta época, a pesar de ello, no se crea un sector minero fuerte, ya que serán los capitales extranjeros quienes dominen el mismo, sobre todo inversores británicos. Destaca la explotación del cobre en Riotinto (su gran impulso vendrá de la generalización del empleo de la electricidad), el plomo de Linares, el mercurio de Almadén, las minas de La Unión y Cartagena en Murcia o las de Alquife en Almería. Todas ellas están orientadas a producir para exportar y no crean industrias locales asociadas.

5.2.3. El ferrocarril

El ferrocarril supone una revolución en su tiempo. Romperá barreras consideradas infranqueables durante siglos, y será el símbolo de su época. Emplea la máquina de vapor como fuente de energía, y su éxito será paralelo al éxito de la siderurgia. Pero como otros puntales de la primera Revolución Industrial que hemos visto, en España tendrá un relativo despegue, pobre en comparación con las regiones más avanzadas de Europa.
Las primeras líneas en construirse fueron Barcelona-Mataró y Madrid-Aranjuez.
Al principio, la construcción será monopolio estatal, desde 1844, con los moderados. Ya de esta época data una de las peores decisiones gubernamentales de la época contemporánea, con efectos nocivos para nuestra economía hasta el día de hoy, como es la construcción con un ancho de vía distinto al europeo. Se preferirá un ancho mayor, para instalar calderas de mayor capacidad, pensando en los mayores desniveles que tienen que salvar los trenes en nuestro país, pero al cabo de unos años, el avance tecnológico hará que esta decisión quede vacía al incrementarse la potencia de los motores. Como el número de kilómetros construidos era ya relativamente importante, se decidió mantener el mismo ancho. Esto perjudicará las exportaciones, ya que la carga debe bajarse en la frontera francesa para subirla a trenes homologados al ancho europeo.
El impulso definitivo al ferrocarril en España será con los progresistas. Durante el Bienio se crea la Ley General de Ferrocarriles (1855), la primera específica para ello, que será la que dé pié al despegue de los trenes en España. Esta ley permitía la importación libre de aranceles de material ferroviario, y aparte, autorizaba a varias compañías a poder construir por su cuenta. Ambas medidas harán que los kilómetros de vías se incrementen vertiginosamente, a la vez que provoquen otras consecuencias. Así, la libre importación perjudica a la siderurgia nacional, y las líneas que se construyan se hacen uniendo los puntos más rentables, discriminando ciertas regiones del país. De los 475 kilómetros construidos hasta 1855 se pasará a unos 5000 en 1866.
En 1856 la Ley de Bancos permitirá la fusión de entidades, lo cual es fundamental para crear una estructura financiera moderna. Las compañías de ferrocarril, como otras industrias de la época, van precisando cada vez más préstamos de gran envergadura, que nunca pueden dar bancos pequeños. La nueva estructura bancaria permite desarrollarse al capitalismo.
Sin embargo, también se depende del capital extranjero, en este caso, de Francia principalmente, que aportará la tecnología y las inversiones necesarias. Con el tiempo, habrá 3 empresas destacadas: Ferrocarriles del Norte, MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) y Ferrocarriles Andaluces.

Las consecuencias que tendrá el ferrocarril en España son importantísimas:
·         Supondrá un impulso de la demanda para la siderurgia nacional.
·         Generará gran cantidad de empleo directo e indirecto.
·         Permitirá la articulación de un mercado español.
·         Se crea una red con estructura radial, obedeciendo al modelo centralista típico del liberalismo del XIX.
·         En algunos lugares el trazado será de mala calidad, puesto que se construye para cobrar las ayudas y subvenciones de la ley de 1855 con los medios mínimos. Incluso la construcción se paralizará en épocas convulsas, como el Sexenio Revolucionario.
·         Los trazados están mal planificados y en muchos casos siguen cursos de ríos o vías naturales, y persisten aún hoy; en muchos casos sólo se han renovado las vías.


5.3 LA SOCIEDAD ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX: DEL ESTAMENTALISMO A LA SOCIEDAD DE CLASES

La sociedad de clases se caracteriza porque
- la posición social viene dada por el poder económico.
- hay más movilidad. En algunas ocasiones, se puede descender vertiginosamente, lo mismo que ascender, algo casi imposible en la sociedad estamental.
Quizá un ejemplo muy clarividente sea el mismo Espartero, hijo de un constructor de carretas de un pequeño pueblo, que llegó a ser general, político, regente y se le llegó a ofrecer la corona durante el Sexenio Revolucionario. Desde luego, los tiempos habían cambiado. ¿Pero cómo se habían producido esos cambios?

El paso de la sociedad del Antiguo Régimen a la sociedad de clases no se dará de la noche al día, en un cambio lento, progresivo, paralelo a los cambios económicos.

De hecho, hasta la muerte de Fernando VII (1833) subsistirá la sociedad estamental, basada en dos grupos, el privilegiado y el no privilegiado, con una gran influencia y poder de la Iglesia, y con un sistema político monárquico absolutista. Los cambios políticos esbozados en la Constitución de 1812 y durante el Trienio Liberal fueron revertidos y no llegaron nunca a ser efectivos.

El Estado Liberal surgirá en el segundo tercio de siglo, y ya desde la regencia de María Cristina los liberales forzaron ciertos cambios políticos y económicos, que serán los que den al traste con el Antiguo Régimen, y descompongan sus fundamentos:
-la igualdad jurídica, que equipara, en teoría, ante la ley, a todos los españoles, independientemente de su nacimiento.
- la desamortización eclesiástica socavará tanto el poder económico de la Iglesia que decaerá enormemente su influencia política y social.
- la igualdad fiscal obliga a contribuir a todos los españoles con sus impuestos, cosa que jamás habían hecho la nobleza y el clero hasta entonces.
- la supresión de los señoríos supondrá que ya no son los terratenientes quienes administren justicia en sus territorios ni quienes recauden impuestos. Así, la nobleza pierde parte de su relevancia social.
- la supresión de los mayorazgos ayudará a que determinados linajes consolidados durante siglos puedan perder sus fortunas, al poder vender parte de sus propiedades cuando lo deseen.
- la libertad de industria y trabajo permitirá desplazarse a todos los trabajadores y emplearse en la actividad que deseen, cosa que antes no era posible, bajo el poder de los terratenientes.
- la abolición de los gremios permitirá que cualquiera pueda trabajar en la artesanía, fuera de las restricciones impuestas por estas antiguas corporaciones cerradas.
- la supresión de las aduanas interiores favorece a la burguesía por cuanto estos impuestos de paso gravaban los productos haciéndolos más caros.

Todos estos cambios permitirán consolidarse a la burguesía, principal apoyo del régimen liberal, mientras que el clero desaparece como grupo cohesionado y la nobleza subsiste más o menos igual. Los desfavorecidos siguen siendo los mismos.

Hacia los años 50-60, con la burguesía afirmada en el poder, los cambios se aceleran, y buscarán reformas que les ayuden, como la Ley de Bancos, que permite la fusión de entidades, o presionando a favor de una política proteccionista que eleve los aranceles a los productos foráneos, para eliminarlos como competencia.

Podemos decir, pues que es en el último tercio del s. XIX cuando la sociedad ha cambiado sustancialmente y no hay vuelta posible atrás. La burguesía ha triunfado, el Antiguo Régimen se ha descompuesto irreversiblemente, tras destruir sus formas económicas.

Los sistemas del liberalismo moderado encontraron su basamento en la confluencia de las élites económicas y políticas procedentes del Antiguo Régimen y de un conjunto de burguesías procedentes del mundo comercial, financiero e industrial.

La aristocracia

La nobleza va a ver disminuida su influencia social con el fin de los señoríos y los mayorazgos, pero en muchos casos, no perderá su poderío económico, basado en la posesión de tierras. España sigue siendo un país agrario, y mientras siga así, esto no cambiará.

La burguesía

Hemos visto como a principios de siglo era un grupo poco importante, pero con las revoluciones liberales intentará asaltar el poder con ayuda de las masas populares. Tras su consolidación en el mismo, conseguirán afianzar su hegemonía, desplazando a las clases más desfavorecidas.
En España el ideal social sigue siendo el de la nobleza, vivir de las rentas y despreciar el trabajo manual, así que a diferencia de otros países europeos, muchos burgueses “reniegan” de la mano que les ha dado de comer e invierten en tierras. Algunos sólo lo harán por prestigio, el prestigio tradicional de poseer tierras; otros con afán lucrativo, aprovechando la puesta en venta en la época de las desamortizaciones, para especular con ellas.
La nobleza empobrecida buscará emparentarse con las más destacadas familias burguesas con grandes fortunas, ya que un título también es algo prestigioso aún en las mentes de la época. Incluso Isabel II otorgará títulos de nobleza a ciertos florecientes hombres de negocios como el marqués de Comillas (conocido por su universidad) o al marqués de Salamanca (conocido por el barrio madrileño que lleva su nombre), que tenía propiedades en varios países.
Pero también la burguesía va a imponer su propio modo de vida burgués, donde destaca la moda de gastar el tiempo de ocio en teatros, casinos, balnearios, etc. como gustos propios de la nueva clase social hegemónica. Muchos de ellos son del XIX. También lo será la corriente romántica, a principios de siglo, y la positivista, a finales del mismo.

Las clases desfavorecidas

Poco o nada cambia para los menos pudientes. Durante el Antiguo Régimen muchos campesinos eran mano de obra atada a sus señoríos, con libertades restringidas. Pero ahora la libertad de trabajo y la abolición de aquéllos los convertirá en simples braceros (sólo tienen su fuerza de trabajo), o jornaleros (trabajan a cambio de un jornal o sueldo), susceptibles de ser despedidos y contratados a conveniencia. Se generaliza la figura del temporero, el trabajador que se desplaza a un lugar cuando es la cosecha o recolección. De hecho, muchas zonas se despoblarán ahora, por falta de trabajo en el campo.
Se emplea más el término “proletariado” más para los trabajadores de la industria, que no tienen mejor situación. Al escasear el trabajo en el campo, por el crecimiento de población, muchos emigran a ciudades donde se convierten en una masa problemática, empobrecida y que vive de forma miserable. Tendrán que trabajar todos los miembros de la familia (prole) para apenas poder subsistir.
Así, las revoluciones liberales son una esperanza frustrada para los más pobres, que pasarán a romper esa alianza con la burguesía (para destruir el feudalismo), ya que ésta le ha dado la espalda, una vez en el poder. Esto ocurre a partir de las revoluciones europeas de 1848 y en España se hará palpable con la discriminación del poder tras la Revolución Gloriosa, de republicanos y demócratas, los partidos que los representan. Los trabajadores no apoyarán a Amadeo I, y constituirán durante la República una masa de agitadores, que busca desesperadamente mejorar su penosa situación. El cantonalismo es precisamente la máxima expresión de dicha tensión, y se crean gobiernos revolucionarios obreros justo en lugares con grandes desigualdades como Cartagena (mineros) o Andalucía (jornaleros), por ejemplo.
De hecho, el movimiento obrero en España nace poco antes de la expulsión de Isabel II, y tendrá su primera experiencia durante el Sexenio Revolucionario. Tras su fracaso, se consolidarán organizaciones exclusivamente obreras como sindicatos o partidos (PSOE). Pero ello será mejor tratarlo en el siguiente tema.

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